viernes, 2 de noviembre de 2007

ASI EMPEZO TODO

Prolegomeno”


Directísima modificadora de mis sentires:
Puesto que ya conoce mi afiliación a su cintura, no perdiendo así de vista los concupiscentes e infinitos atributos que entera la componen, quiero también que sepa que usted amanece y anochece en mí, y que tratar de ignorar el rayo con que usted atravesó a mis sentidos sería tratar de ignorar un milagro.
Quede con usted la segura convicción, como la que yo tengo de mi muerte, de que el cautivo su servidor no ha de olvidar el celeste momento que su carísima persona me ha ofrendado.
El que ahora muere de amor, deja aquí sentado el axioma de su amor, y la nombra a usted; la panacea catalizadora de mis mas tiernísimas reacciones químicas, la mayor y mas grande merecedora de los ardientes dones de Venus.
Enemiga de mis dolores, tendría que saber que harto ardo mirándola, que usted enciende verdaderas hogueras en mi cuerpo y también hace resplandecer de estrellas a mi pecho, y es por eso que anclé, crucifiqué en usted mis ojos y toda mi alma; y que por usted, carísima mía, soy un hombre cuyas entrañas arden por el fuego y cuyo espíritu se llena de pájaros mirándola.